El día 21 de agosto no ha sido un día normal de campamentos. Por la mañana ya se podía vaticinar que algo estaba pasando en QuinBridge. Por la mañana, después de nuestra sesión matutina de aeróbic y desayuno, comenzaba el juego de los retos. En él, todos los chavales poseían una carta diferente establecidas en un orden. Los que están por debajo de otras cartas, debían buscar y retar a sus superiores a uno de los más de treinta minijuegos que había por toda la campa.
Después de esto, y de comernos un buen plato de judías pintas, continuamos la tarde con juegos de mesa en el tiempo libre y posteriormente recibíamos una inesperada noticia que modificó el rumbo del día. El Cuervo que nos protege desde lo alto del pabellón y que informa a los Reyes de Aragón de nuestros avances para aprender los oficios y rescatar a los condes, había desaparecido. En su lugar había una vieja candileja con una carta de los Reyes en la que se nos informaba de una posible invasión bárbara. Y así fue. Hasta ahora había sido todo coser y cantar, pero ayer todo cambió. Nos atracaron en el banco y se llevaron como botín todo lo que habíamos conseguido ahorrar estos días. No dejaron ni una sola moneda de oro.
Para capturar a los bárbaros, decidimos hacer dos grupos. Uno se encargaría de vigilar desde las alturas todo el terreno de QuinBrigde. Además, serviría de entrenamiento pasar por las tirolinas por si hubiera que evacuar o defender la villa.
Por su parte, los pequeños y currupipis se prepararon como posibles bufones y comediantes en un taller de teatro para rondar por plazas y mercados y poder seguir recaudando dinero para la villa.
Tras la merienda, llegó una visita que nos alegró el día. Los Reyes habían mandado llamar a un gran mago para que con sus trucos y hechizos pudiéramos hacer aparecer el botín y hacer desaparecer para siempre a los bárbaros.
Justo después de cenar, y aprovechando la estancia en nuestra villa del mago Loren, éste nos deleitó con un super espectáculo de magia y humor en la plaza de la villa durante más de una hora. Fue genial contar con él, porque gracias a él, y a la búsqueda sin cesar del tesoro a través de un juego nocturno que nos llevó casi hasta las 1 de la mañana, conseguimos el tesoro y recuperamos todo lo que los bárbaros habían robado.
Fue un día duro y cargado de emociones. Al final todo lo malo pasó y lo bueno se apoderó. Hubo que sudar mucho la camiseta y no perder nada de vista. El Cuervo volvió escondido en el cofre junto con diez diamantes para poder sufragar los gastos de la fiesta de la última noche.
Nos vamos a la cama un poco tarde, pero también madrugaremos menos el día 22. Mucho lo tenemos hecho, pero seguro que aún el destino nos depara alguna sorpresa.